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La verdad es que contarte cómo descubrí mi alma emprendedora es todo un desafío, pues estoy convencida que esa chispa lleva varios años cultivándose dentro de mí.
Sin embargo, el hito para arrancar con mi emprendimiento fue cuando me vi en otro país. Sin más familia que mi esposo y mis 2 hijos de un año. Ahí fue cuando comenzó a rondar por mi cabeza el tema de poder hacer algo por cuenta propia.
En este texto te quiero relatar un poco de mi camino como emprendedora porque estoy convencida que tú y yo tenemos varios puntos en común.
Al llegar a Estados Unidos te confieso que no tenía una idea clara de lo que quería hacer, solo tenía una certeza: quería ocuparme de mis niños.
Como muchos emigrantes tuve un trabajo bajo un contrato, eso sí, me enfoqué en conseguir un empleo que me permitiera estar muy cerca de mis hijos; así empecé en su Day Care, apoyando en las redes sociales.
Sin embargo, el gusanito de “hacer algo por cuenta propia” seguía latente.
Fue en el 2017, en una Navidad en la que estuve en Venezuela, que se me prendió el bombillo. Vi a mis suegros como una fuente de inspiración, allí empezó mi alma emprendedora.
Ellos tienen muchísimos años distribuyendo golosinas de marcas que forman parte de la idiosincrasia venezolana, entonces en medio de una cena familiar me dije:
“¿Por qué yo no puedo distribuir chucherías venezolanas a través de instagram?”
¡Esta era realmente una idea brillante!
Así nació mi marca Todo bien chévere, clave para arrancar este recorrido de cómo me convertí en emprendedora.
Esta marca de distribución de golosinas y productos de emprendedores venezolanos apuntaba a la nostalgia de los emigrantes que a través de la compra electrónica de sus chucherías y productos provenientes del país podrían apaciguar la diáspora.
En Todo bien chévere ¡me encargaba de TODO! Aunque recibí apoyo en la creación de la web y de la identidad gráfica, lo que tenía que ver con el core del negocio era mi responsabilidad exclusiva que llevaba junto con un trabajo part time.
La verdad es que mientras estuve en el estado de la Florida, el emprendimiento marchaba bastante bien. Al mudarnos a Chicago las cosas cambiaron un poco.
Llegamos en una buena estación: primavera-verano y el clima estaba a mi favor, podía ir con comodidad al correo a despachar los pedidos.
Todo cambió cuando llegó el frío.
¡Me costó muchísimo! Ese invierno fue una época muy dura para mí. Yo vengo del Caribe, ¡que no sabía ni manejar en la nieve!
Luego, nos sorprendió marzo de 2020 con la gran sacudida: la pandemia. Los intereses de todos cambiaron, las personas no estaban comprando este tipo de artículos y yo tampoco podía hacerme cargo de la logística del negocio.
Te confieso que un día me senté y me dije:
“Ya no puedo seguir más con esta idea de negocio. Necesito hacer otra cosa que no tenga que desplazarme, depender de productos con fecha de vencimiento, ni del correo…”
Ahí fue cuando la cosa se puso, no “tan chévere” porque perdí dinero que había invertido en la mercancía y además me quedaba sin idea de emprendimiento.
En plena pandemia tuve momentos de cuestionamiento. Haber perdido lo invertido en la mercancía me preocupaba; sin embargo, el confinamiento me estaba brindando una oportunidad de oro: continuar formándome al mismo tiempo que conciliaba mi trabajo con el cuidado de mis hijos.
¡Era ahora o nunca!
En agosto del 2020 comencé a estudiar en la Depaul University de Chicago para certificarme en: Integrated Marketing Communications Certificate.
Y ya en diciembre de ese mismo año estaba convencida:
“Necesito empezar a trabajar mi marca personal porque con mi experiencia y el conocimiento que cada día estoy aprendiendo, es posible ponerlos al servicio y así ayudar a otras personas”
En enero 2021 me senté a definir lo principal: el nombre de mi marca, un manual de marca e identidad visual. Comencé como la mayoría abriendo una cuenta de Instagram, pero ya enfocada en el desarrollo mi website.
Definitivamente, iba con todo, convencida que quería trabajar:
Ese salto de fe, de sentirme capaz de brindar apoyo con todo lo que he venido aprendiendo, fue fundamental para convencerme de ser a carta cabal una emprendedora digital.
La verdad es que la pandemia me estaba dando una gran lección al enseñarme qué es el teletrabajo. Y ese fue mi principal reto.
Venimos de la costumbre de ir a una oficina, de tener un horario, un break para almorzar.
¡Te confieso que yo no tenía definido un espacio físico para trabajar en mi casa! Fue todo un reto explicarle a los niños que estábamos en casa, pero que no eran vacaciones, que no estábamos todo el tiempo disponibles, que todos teníamos obligaciones y había que cumplirlas.
Al principio fue complicado. Definimos espacios para mí, para mi esposo, para nuestros hijos, también estipulamos horarios y calendarios. Recuerdo que hubo un momento donde dije que esto no era para mí, que yo siempre iba a tener que trabajar desde una oficina porque la conciliación se me hacía muy difícil.
Sin embargo, una meta seguía entre ceja y ceja:
En el 2021 quería tener mi marca personal desarrollada en una red social, empezar mi página web y apalancar mis servicios como Asistente virtual.
Miro hacia atrás y sonrío porque logramos, como familia, salir airosos gracias a la colaboración de todos, en especial del apoyo y compañerismo de mi esposo.
Cuando el tema del emprendimiento digital empezó a darme vueltas en la cabeza, no tenía idea que existían los asistentes virtuales.
Investigando me topé con esta labor y eso resonaba perfecto conmigo. Así llegué a la Asociación Internacional de Asistentes Virtuales y quedé ¡enamorada! A partir de ese momento empecé a estudiar y a prepararme para poder ofrecer estos servicios para apoyar a emprendedores.
En el transcurso de mi formación como Asistente Virtual me di cuenta de que algunas cosas fallaron en Todo bien chévere. El asunto era que no sabía delegar, necesitaba aprender a tener yo también asistencia en determinadas áreas.
La verdad es que todos requerimos de apoyo para determinadas actividades y es lo más sensato ¡búscalo!
Más allá de compartirte mis vivencias con este texto sobre cómo descubrí mi alma emprendedora, quiero que te lleves un mensaje:
La perseverancia es fundamental.
No te compares con los demás, ve a tu tiempo, a tu ritmo. Quizá las noches serán tu espacio de concentración para ir adelantando.
Hay momentos donde quieres tirar la toalla, pero debes mantenerte con confianza que eso que tú estás desarrollando va a ayudar a otras personas.
La planificación y la organización son clave para alcanzar tus metas. Como madre, saber que estás ahí para tus hijos vale muchísimo.
¡No decaigas! ¡Trabaja en tu idea! ¡Es poderosa!, y descubre tu alma emprendedora.
Espero que mi historia para emprender te sirva de inspiración y si necesitas ayuda escríbeme a info@karlinacardonemarketing.com si eres emprendedora y quieres más apoyo. ¡Estoy aquí para ti!